FABULAS DE LAFONTAINE
El maestro y el niño
El maestro y el niño
En esta
fábula intento demostrar la presunción vana de un necio:
Cuando
estaba jugando a las orillas del Sena, un niño cayó al agua, más por gracia
divina se hallaba allí un sauce con cuyas ramas se salvó el pequeño. Pasó por
allí un maestro de poco entendimiento, y el infante gritó:
--
¡Auxilio que me ahogo!
Ante
dichos gritos, el maestro se volvió, e imprudentemente y fuera de situación,
empezó a sermonear al infante:
-- ¡Mira
qué travieso, a dónde le ha llevado su locura!
¡Gasta
tus horas cuidando esta clase de
prole!
¡Desdichados
padres, pobre de ellos velando a todo momento por esta turba inmanejable!
¡Cuánto deben padecer, y cómo lamento su destino!
Después
de tanto hablar, saco al niño de las aguas.
Censuro
aquí a muchos más de lo que se imaginan. Habladores y criticones y pedantes
pueden reflejarse en el escrito anterior; cada uno de ellos forma un pueblo
numeroso; sin duda el Creador bendijo esa prolífica casta.
¡No hay
tema sobre el que no piensen ejercer su habladuría! ¡Siempre tienen una crítica
que hacer! ¡Pero amigo, líbrame del apuro primero, y después suelta tu lengua!
“Antes de
señalar los errores del prójimo, mejor
primero ayúdalos a mejorar su situación”
DOS AMIGOS
En el mundo en que vivimos la verdadera amistad no
es frecuente.
Muchas personas egoístas olvidan que la
felicidad está en el amor desinteresado que brindamos a los demás.
Esta historia se refiere a dos amigos verdaderos.
Todo lo que era de uno era también del otro; se apreciaban, se respetaban y
vivían en perfecta armonía.
Una noche, uno de los amigos despertó
sobresaltado. Saltó de la cama, se vistió apresuradamente y se dirigió a la
casa del otro.
Al llegar, golpeó ruidosamente y todos se
despertaron. Los criados le abrieron la puerta, asustados, y él entró en la
residencia.
El dueño de la casa, que lo esperaba con una
bolsa de dinero en una mano y su espada en la otra, le dijo:
-Amigo mío: sé que no eres hombre de salir
corriendo en plena noche sin ningún motivo. Si viniste a mi casa es porque algo
grave te sucede. Si perdiste dinero en el juego, aquí tienes, tómalo...
...Y si tuviste un altercado y necesitas
ayuda para enfrentar a los que te persiguen, juntos pelearemos. Ya sabes que
puedes contar conmigo para todo.
El visitante respondió:
-Mucho agradezco tus generosos ofrecimientos, pero
no estoy aquí por ninguno de esos motivos...
...Estaba durmiendo tranquilamente cuando
soñé que estabas intranquilo y triste, que la angustia te dominaba y que me
necesitabas a tu lado...
...La pesadilla me preocupó y por eso vine a
tu casa a estas horas. No podía estar seguro de que te encontrabas bien y tuve
que comprobarlo por mí mismo.
Así actúa un verdadero amigo. No espera que
su compañero acuda a él sino que, cuando supone que algo le sucede, corre a
ofrecerle su ayuda.
"La amistad es eso: estar atento a las necesidades del otro y tratar de
ayudar a solucionarlas, ser leal y generoso y compartir no sólo las alegrías
sino también los pesares."
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